viernes, 6 de noviembre de 2015

Beatriz Lora, una de las sobrevivientes del terrorismo de Estado

Por Milenka Álvarez Paúr

   Nació en Bell Ville, Córdoba. Su familia estaba conformada por sus padres y su hermano. No hay nada mejor que estar en su hogar… esta frase la identifica, ya que su domicilio fue siempre el mismo: Vélez Sarsfield 140. Estudió kinesiología y fisioterapia en la Universidad Nacional de Córdoba. En 1972, hizo la Licenciatura, y hace dos años, terminó el Doctorado en Ciencias de la Salud. Trabajó en Córdoba, Villa María y Bell Ville. “Hasta que me detuvieron”, concluye abruptamente con su descripción personal.


Beatriz Lora, junto con Llapantín.


   Mucho antes de la detención, durante su vida estudiantil, la UNC “era muy politizada” ya que todos tenían sus posibilidades de discriminar qué era lo que les parecía en cada situación, según comenta la doctora. “Cuando se hablaba del peronismo, no era lo mismo charlar del peronismo de base que de los Montoneros, o no era lo mismo hablar de la tendencia comunista que del ERP. Era una política con dos caras”, agrega Lora y explica que lo permitía esa época porque en la universidad había mucha discusión de corrientes políticas diversas.

Al preguntarle sobre por qué considera que fue detenida, la kinesióloga y fisioterapeuta contesta sonriente: “Yo hablaba de todo lo que pensaba, no me callaba nada”. En ese momento, la Doctora opinaba que la situación en Argentina venía muy mal, ya sea por la persecución durante el gobierno de Isabel de Perón como por los enfrentamientos entre las organizaciones guerrilleras. “Yo siempre consideré que la lucha armada que hacían los Montoneros, el ERP, incurría en el error de tener gente inocente e intelectual en el medio. Honestamente considero que hoy pagamos las consecuencias porque creo que en la política actual falta toda esa inteligencia que se mató y que se desapareció en la época del proceso militar”, subraya.

Massera, Videla y Agosti formaron parte de la Junta militar que gobernó de facto a la Argentina desde 1976 a 1983.


   La detención y los mecanismos para sobrevivir

P: Usted tuvo contacto con el terrorismo de Estado. ¿Puede contar un poco sobre eso?
BL: Mi detención fue en mi casa. Vinieron en la madrugada del 5 de septiembre de 1977. Yo estaba mirando televisión, mis padres estaban durmiendo, y tocaron la puerta: eran del Tercer Cuerpo del Ejército. Venían a allanar la casa. Revolvieron todo y me llevaron, porque supuestamente tenían órdenes de trasladarme a la central de policía. Estuve por seis o siete días. Posteriormente me trasladaron a Villa María a una especie de comisaría, y luego me llevaron a la penitenciaria. Después de unos días, el Ejército me trasladó, junto a unos muchachos, al Campo de la Ribera. Ahí estuve casi tres meses, en los cuales en dos oportunidades me llevaron a La Perla: la primera vez fue porque venían nuevas detenciones de Villa María, y la segunda, para interrogarme. Luego me volvían a llevar a la Ribera. Posteriormente del terremoto de Caucete, me incorporaron a la penitenciaria de San Martín de Córdoba (la UP1), donde estuve prácticamente un año, y después me llevaron a Devoto. Ahí estuve hasta que logré la libertad en noviembre de 1981. En total, estuve detenida cuatro años y dos meses.

P: ¿Pero no tenía miedo? ¿No le decían nada? ¿No le advertían de nada?
BL: Obviamente no tenía miedo, por eso hablaba. Las consecuencias de no tener miedo fueron las que pasé. Sin embargo, creo que, a pesar de todas las cosas, no me fue tan mal no teniendo miedo, porque gente temerosa a lo que le pasaba, la pasó mucho peor que yo. A mí, por ejemplo, me golpearon, me hicieron la picanita, el submarino… pero comparado a lo que le hicieron a otras personas, eso no fue nada. El problema más importante es el trabajo a nivel psicológico que te hacen amenazándote con hacerte más cosas. Yo siempre les decía a las personas que no hay que asustarse por lo que te dicen, sino por lo que te hacen. Eso me permitió pasarla bastante bien, o sea, no tan atemorizada por lo que me pasaba. Por supuesto que el encierro te crea mucha ansiedad. Lo peor que puede haber para cualquier persona es estar presa.

P: ¿Qué pensaba cuando estaba ahí?
BL: Buscábamos hacer cosas. Por ejemplo: con pedacitos de vidrio trabajábamos acrílico de los cepillos de dientes, o con los huesos del puchero que nos daban de comer hacíamos cosas manuales, o de las toallas sacábamos hilo y bordábamos. Además, a mí me tocó estar con una mujer que era profesora de ciencias de la educación de Villa María, Susana Barcos. Ella era una gran lectora, entonces, en los momentos que se suponían que eran recreos, se ponía en la ventanita que tenía la puerta del celular (celda individual) y les contaba libros a todos: Cortázar, García Márquez. Ella nos ayudó muchísimo. Por otro lado, a través de lo que llamábamos “palomitas”, los presos comunes nos pasaban muchas cosas: tabaco, dulces, artículos de diarios, mensajes. También hablábamos a través del lenguaje de señas, porque los presos comunes podían tener información y recibir visitas. Así nos informábamos un poco mediante esos sistemas. En ese sentido, los presos comunes eran amigos de los presos políticos (risas).

El después de la detención: reflexiones

P: ¿Usted piensa que con los juicios, la CONADEP, se hizo justicia o se está haciendo justicia?
BL: Sí. Yo pienso que los juicios son buenos, porque están saliendo a relucir algunas cosas que también involucran a la actualidad. Pero también creo que no se juzgó la corrupción. Recién ahora se está hablando de algunas empresas o propiedades que se apropiaron los militares. Son hechos de corrupción que en su momento no se tocaron. Yo te confieso que cuando salí de declarar para el juicio de La Perla, estaba muy fastidiada conmigo misma porque me olvidé de decir una cosa que yo consideraba: los militares que estaban siendo juzgados tendrían que devolver el dinero que significó las apropiaciones que se hicieron y todos los años de vida que le quitaron a mucha gente. Por otro lado, creo que, en los juicios, se están viendo algunas cosas que ocurrieron, algunas. A su vez, considero que hay gente muy impune que ahora está en la política. Esas personas deberían ser juzgadas porque moralmente son responsables de muchos desaparecidos. No creo que los militares eran todos los malos de la película. Hay muchos malos de la película que están hoy en día gozando de la impunidad.


La crisis humanitaria mundial entra en discusión

   Por Milenka Álvarez Paúr

   La mesa de debate “Migraciones Internacionales desde una perspectiva política, social y humana. El caso europeo” se desarrolló el lunes 5 de octubre a las 18.00 en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Católica de Córdoba. Allí participaron, entre otros, Pablo Sigismondi y Atilio Borón, quienes intercambiaron sus ideas en torno a las problemáticas regionales del momento.

De izquierda a derecha: Pablo Sigismondi, Atilio Borón, Mariano Saravia, Daniel Krull y Abdala Saddi.


Minutos antes de las 18.00, el Hall de Posgrado estaba repleto. Había estudiantes universitarios tanto de la UCC como de la UNC, profesores y profesionales. Los motivos de la aglomeración habrán sido por la temática en disputa, los integrantes de la mesa, la entrada libre y gratuita, o quizás todos los anteriores. Pero lo que sí estaba claro era que se sentía una gran expectativa e interés dentro de la sala.

Luego de unos minutos, aparecieron los especialistas y se sentaron en sus asientos. Mariano Saravia, periodista y docente, se ubicó en el medio de la mesa y se anunció como el moderador de la charla. Posteriormente, hizo una breve introducción y presentó a cada uno de los profesionales del debate según el orden en el cual se situaron: Pablo Sigismondi (geógrafo y fotógrafo), Atilio Borón (politólogo y sociólogo), Daniel Krull (vice-embajador de la República Federal de Alemania en Argentina) y Abdala Saddi (cónsul honorario de la República Árabe Siria en Córdoba).

Durante su exposición, Sigismondi hizo uso de su trabajo fotográfico, mediante una pantalla ubicada a su lado, para ilustrar sus ideas en torno a la crisis humanitaria como una realidad presente en varios de los países que ha visitado, entre ellos, Palestina, Afganistán, Níger, Sudán, etc.

Desde su ojo humanitario y perspicaz, el fotógrafo explicó la situación de los pueblos atravesados por las guerras, el hambre y el saqueo de sus recursos naturales. Para él, estas desgracias no tienen otra solución más que la migración: “Si no queremos morir en el lugar, tenemos que huir”, enfatizó mientras se observaba la imagen de la huida de un grupo de refugiados afganos en la frontera con Pakistán.

El geólogo recalcó durante toda su presentación la actitud hipócrita de los gobiernos europeos de acoger a los refugiados, argumentando que los migrantes en el viejo continente son “basura”, “desechos humanos” y, en beneficio para estos países, “trabajo y mano de obra calificada, abundante y muy barata”.

Después le llegó el turno a Atilio Borón, quien para comprender esta crisis internacional retomó una famosa frase: “El nombre de todas las guerras que se produjeron en estos últimos 50 años es ‘petróleo’”, para luego enfatizar que, evidentemente, Occidente estaba por el petróleo de Medio Oriente.

Por otro lado, el politólogo realizó un análisis acerca de la situación de EEUU con respecto a su ineficiente accionar contra el Estado Islámico: “Una guerra no se gana con drones, sino cuando el territorio es ocupado y controlado por la infantería”. Después explicó que EEUU no puede mandar personas a ocupar el lugar porque eso terminaría con las famosas bolsas en donde venían los muertos de la guerra de Vietnam y eso liquidaría a cualquier candidato político aspirante a la Presidencia. Entonces, continuó, a EEUU le quedan dos opciones: la primera sería mandar a Israel, con su ejército poderoso, a liquidar al EI, pero eso provocaría un incendio en todo Medio Oriente. Por eso es que EEUU y otros países llegaron a un acuerdo con Irán, remató. Irán también posee un poderoso ejército capaz de derrotar al EI, pero a esto no lo haría gratis: primero se le deben levantar todas las sanciones impuestas, concluyó al redondear su tremenda observación del contexto.

Al finalizar Borón, Daniel Krull inició su exposición explicando la situación de su país en la actualidad: “Se especula que, para fin de año, Alemania recibirá unos ocho mil refugiados más”. A su vez, recalcó la solidaridad de los europeos con los inmigrantes y habló sobre el conflicto palestino-israelí, diciendo que Alemania apoya a Israel, “el único país democrático de Medio Oriente”.

Por último, Abdala Saddi, de manera pausada, declaró: “El pueblo sirio está de duelo por una guerra injusta, impuesta e inmoral”. Luego procedió a relatar el antes y el después de este conflicto en Siria: “Antes, había un gobierno laico, donde convivían muchas convicciones religiosas bajo una misma bandera. Esto le molestaba a algunas potencias. Por eso tenían que armar esta guerra”. Además, dijo que en estos conflictos hay intereses económicos, políticos y enfrentamientos religiosos. “Lamentablemente, nacieron los problemas religiosos en Siria: sunitas-chiítas”, sentenció.

El Hall de Posgrado de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales durante el debate.


Después de los discursos de cada integrante de la mesa, se llevó a cabo un “espacio de diálogo”, en donde los cuatro profesionales se podían hacer preguntas entre sí o exponer algún planteo. La intervención más destacada y ovacionada por todo el salón fue la de Atilio Borón cuando le dirigió algunas palabras a Daniel Krull con respecto a la tensión entre palestinos e israelíes: “Israel es un Estado canalla. Sistemáticamente desobedece las resoluciones de la ONU. Por lo tanto, es peligroso que los alemanes avalen a un gobierno neofascista o neonazi como el de Israel, sobre todo por la historia que ha tenido Alemania”. Luego, el politólogo aprovechó el momento y cambió de tema: “Creo que Alemania debería independizarse de la política de los EEUU, porque si hay un problema grave en Europa, no se va a librar esa guerra en San Francisco o en Chicago. Se va a librar en Hamburgo, en Múnich y en Berlín. Por eso, me gustaría ver en Alemania una actitud más firme con EEUU, como la que tuvo al doblegar el impulso democrático de Grecia hace unos meses”.

A continuación, el público comenzó a realizar preguntas destinadas a los integrantes de la mesa. La pregunta más relevante fue la que le hicieron a Pablo Sigismondi: “¿Cuál cree que ha sido el rol de los medios en la construcción del conflicto sirio? ¿Por qué cree que los medios tratan la problemática de los refugiados en Europa y no en los demás países donde hay mayor cantidad de refugiados?” Obviamente que la respuesta también fue profunda: “Básicamente porque los medios están manejados por los mismos poderes que producen la guerra y los refugiados”. El fotógrafo explicó que al no poder “hablar mal” de sus propios jefes, los medios “buscan de ocultar, tergiversar y mentir”.

Para finalizar la mesa de debate, Saravia les propuso a los profesionales cerrar con una conclusión. Esta vez, comenzó hablando Saddi y dijo: “Que llegue la paz para el pueblo sirio. Pero no la paz de las cenizas, ni de los sepulcros, ni de la derrota. La paz digna y justa”.

Sigismondi fue el último, pero el más aplaudido: “Acá hay un modelo que domina al mundo entero, y es el capitalismo. Cada vez que tratamos de hablar en contra de él como el causante de todos los males, se nos acusa de que queremos volver a los setenta. ¿Saben por qué queremos volver a los setenta? Porque los que gobiernan el mundo no nos han llevado a 1970. Nos han llevado a 1870. Nos han llevado al Congreso de Berlín cuando se dividieron a África”. Además, nuevamente enfatizó la política hipócrita que el viejo continente está llevando a cabo: “¿De qué solidaridad europea hablamos si ahora Alemania recorta el derecho de asilo, se vuelven a establecer los controles fronterizos y los países se refuerzan con armas, balas y alambrados?”.

Antes de terminar, el fotógrafo le aclaró al vice-embajador alemán que todas las declaraciones no habían sido un ataque personal hacia él, sino que se debían solamente porque tenían puntos de vista completamente opuestos. Y con una frase de Eduardo Galeano, el geólogo se despidió: “No es lo mismo recibir el puntapié que darlo”.