miércoles, 12 de agosto de 2015

Caravana Sudamericana por los 43 estudiantes mexicanos desaparecidos

"El dolor de Ayotzinapa es también el dolor de Córdoba". Así comenzaba la conferencia, organizada el 18 de Mayo en Radio Nacional por la Federación de Organizaciones de Base (FOB), Encuentro de Organizaciones (EO), Piratas por Tierra Mojada, y Vecinos y Vecinas de Villa La Maternidad. Este dolor que menciona la vocera, hace referencia al que sintieron los familiares con la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal rural de Ayotzinapa, del Estado de Guerrero, a fines de septiembre del año pasado.  


De izquierda a derecha: Mario César González Contreras e Hilda Hernández Rivera, padres de César Manuel González Hernández, junto con Hilda Legideño Vargas, madre de Jorge Antonio Tizapa Legideño y Francisco Sánchez Nava, un sobreviviente de la masacre de Ayotzinapa.

Gracias a cinco cordobeses que asistieron al Primer Festival Mundial de las Resistencias y la Rebeldía contra el capitalismo, convocado en México por el ejército zapatista de liberación nacional, surge la idea de realizar una “Caravana de los 43 por Sudamérica”. Sus objetivos son Argentina (Córdoba, Rosario y Buenos Aires), Uruguay y Brasil. Sin embargo, ésta no es la primera debido a que ya se han desarrollado otras caravanas en Europa y Norteamérica.


Según lo que relata Hilda Legideño Vargas, el reclamo que realizan se basa en la presentación con vida de los 43 estudiantes mexicanos desaparecidos, ya que no creen en la versión del gobierno mexicano, la cual dice que éstos están muertos. Para tratar de demostrarles a los familiares su teoría, las autoridades les han presentado diversos huesos humanos que, al ser analizados, resultaron no ser de los estudiantes. Debido a esto, ellos van a seguir en la búsqueda de sus hijos hasta que se encuentren evidencias científicas que indiquen su muerte: “No es que nosotros seamos necios por buscar a nuestros hijos vivos, sino que no tenemos ni una sola prueba que diga lo contrario”, sostiene Mario César González Contreras.


Otro de los objetivos es difundir y concientizar sobre lo sucedido para "romper el cerco de impunidad y de silencio que está llevando a cabo el gobierno mexicano", como dijo la vocera de los familiares, y para que “no seamos cómplices ni nos quedemos callados en ningún lugar”.


Por otra parte, una de las intenciones de esta caravana es la de unir todas las manifestaciones sociales: “Eso es lo que creemos en Ayotzinapa. Debemos organizar y articular las luchas para formar un frente único”, asegura Francisco Sánchez Nava. Sin embargo, establece una condición: “Pero eso sí, nada de partidos políticos. Queremos formar un frente con personas que, en verdad, tengan la convicción de que van a seguir en esta lucha”.


Al agarrar el micrófono, Mario César González Contreras expresó: “Quiero contarles sobre la desgraciada realidad que estamos sufriendo en México, con un Estado que reprime y maltrata a su pueblo”. Además, reveló que, desde hace diez años, existen 35 mil desaparecidos y otros 15 mil asesinados. “Hay miles de fosas con seres humanos enterrados, de los cuales también le  exigimos al gobierno que vea quiénes son porque tienen un nombre, un apellido y una familia que está sufriendo lo mismo que nosotros”, agregó.


“Somos testigos de que fue el Estado quien se los llevó”, comienza Francisco al relatar su experiencia. El 26 de septiembre del año pasado, los estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa fueron a recolectar fondos a una autopista cercana a la ciudad de Iguala, para la marcha que se iba a realizar en conmemoración a la masacre en Tlatelolco, ocurrida el 2 de octubre de 1968. De repente, fueron acorralados por los policías municipales que, sin previo aviso, comenzaron a dispararles. A esta altura del relato, Francisco detalla cómo le gritaban a los uniformados de que eran estudiantes y no delincuentes, mientras que éstos  los ignoraban. Por último, cuenta cómo los militares del Batallón 27 se rehusaron a llamar a una ambulancia para atender a uno de sus compañeros gravemente herido, cómo los maltrataron física y psicológicamente, y cómo los vecinos de la zona de los sucesos se negaron a abrirles sus puertas para ayudarlos. Sin embargo, encontraron refugio en la casa de una señora hasta que se esclareció la mañana del 27. Luego, en una comisaría, dieron sus declaraciones “pero hasta la fecha no investigaron nada”, declaró.


Al finalizar la conferencia, los familiares le recordaron al público que ese mismo día a las 17, se iba a realizar una marcha, desde la avenida General Paz hasta al Patio Olmos, como parte de las actividades previstas de la caravana. Entre lágrimas, el auditorio se paró y contó hasta 43, y luego gritaron: “Justicia”.


A la salida del salón, se encontraba un grupo de personas vendiendo diferentes artículos relacionados con la temática. Su finalidad era la de recaudar fondos para que los familiares puedan seguir con el recorrido planificado. Entre los posters, postales y revistas, había un panfleto que decía: “Quisieron enterrarnos, pero no sabían que éramos semillas”.